viernes, 8 de mayo de 2015

LAGUNA MELINCUÉ Un ojo de mar, termas, barros curativos, agua salada, casino, pesca, deportes acuáticos, y muchos más

LAGUNA MELINCUÉ Un ojo de mar, termas, barros curativos, agua salada, casino, pesca, deportes acuáticos, y mucho más



Ubicada en la región pampeana, al Sur de la Provincia de Santa Fe, el espejo de agua, sus islas y sus costas hacen de Laguna Melincué un lugar con mucha magia y de encuentro.


Sus distintos paisajes generados por el color de sus aguas, el viento, el amanecer, el atardecer, el sol radiante, la luna, el cielo, las aves, las distintas temporadas, hacen que cada visita sea diferente, el entorno de la laguna es para disfrutar a lo largo de todo el año.

Sus costas fueron habitadas por los Pueblos Originarios, fue testigo de los tiempos de la conquista y la fundación de Melincué. Reconocida internacionalmente desde principio del Siglo XX por sus playas, distinguida por ser un humedal de biodiversidad de aves,  La Laguna Melincué es un verdadero  atractivo natural.


Revelar sus secretos, es encontrarse con uno mismo, el encanto crece con la posibilidad de elegir que hacer en cada cita. La laguna y su geografía, ofrece la alternativa de los deportes, la navegación, la contemplación, el ocio, la recreación, la diversión y la oportunidad de estar en contacto directo con la naturaleza cerca de la civilización. Melincué es el lugar para tu estadía.


Identificada con la deslumbrante Laguna de Melincué, la ciudad homónima se emplaza en el sur de la provincia de Santa Fe, en el departamento General López. Tranquila, cautivante y dueña de una amplia gama de posibilidades, renace a la vida respaldada por un reluciente Casino.

Melincué, es una localidad del sur de la Provincia de Santa Fe, República Argentina. Es la cabecera del Departamento General López. Dista 120 km de Rosario y 290 km de la ciudad de Santa Fe. Se encuentra a la vera de la RP 90. La Comuna fue creada el 3 de septiembre de 1886 (128 años).


LEYENDA FOLCLÓRICA SOBRE EL ORIGEN DE LA CIUDAD
Cuenta la historia que sobre la laguna vivían, en la Toldería Mayor, el Gran Cacique Melín, junto con su mujer Nube Azul y su hijo Cué; que los tres se amaban por sobre todas las cosas, y que ella defendía y cuidaba a su hombre del cual estaba perdidamente enamorada. Tanto lo amaba Nube Azul, que cuando él salía de excursiones, ella no hablaba con nadie hasta que regresara, y que durante todo ese tiempo, sus ojos derramaban lágrimas que, ella decía, sólo eran de dolor y de amor. En una de las excursiones realizadas por el ejército, un grupo de indios Ranqueles, liderados por el cacique Melín, fue emboscado a la orilla de la gran laguna y aniquilado.
A la matanza sólo sobrevivió su esposa, quien huyó en su caballo, un tordillo brioso e inteligente que la llevó mal herida hasta una de las islas de la laguna. Ahí la mujer, aterida de dolor y furiosa por la muerte de su hombre y de Cué, el hijo de ambos, maldijo a los blancos antes de morir. En su agonía, y llamando al lugar Melincué, por su hombre y su hijo, le deseó al pueblo que las aguas de la laguna crecieran y, que de a poco, fueran tapando con sus olas todo el lugar. Y el agua creció, creció tanto que anegó campos y llegó al pueblo y se apoderó de él durante varios años, haciendo que sus moradores vivieran en un continuo estado de alerta.


El ejido quedó bajo las aguas, y miles de hectáreas quedaron estériles, pues la altura de la laguna, ya transformada en lago, las fue anegando pausada pero efectivamente. Los moradores más antiguos aseguran que, en noches de lluvia, el espíritu de la india sopla y sopla para que el agua llegue al pueblo. Y dicen también que hasta que no haya un acto de desagravio por tamaña matanza, su espíritu lleno de furia, dolor y amor por su familia y su pueblo seguirá rondando, y los males no cesarán de llegar sobre la población y el espejo de agua[cita requerida].


En Paraguay, en el Idioma guaraní, cué significa "Lugar que perteneció a alguien", como Zeballos Cué y Antebicué, que pertenecían a Zeballos y a Antebi, por lo tanto se cree que Melincué significa "El lugar que perteneció a Melín". El idioma de los indios guaraníes era muy utilizado en el Virreinato del Plata, y en ese entonces era hablado tanto en Asunción como en el puerto de Buenos aires, lugares en donde la cultura guaraní dejó un gran legado con la introducción de layerba mate, la bebida guaraní por excelencia.

Corría el siglo XIX cuando, situado a orillas de la laguna, el poblado creció dinámico y pujante al compás de la multitud de personas que llegaban para combatir en sus aguas saladas las dolencias reumáticas y los embates del verano pampeano. No obstante, la imprevisible e indominable Melincué, repentinamente arrasó con todo lo que halló a su paso, dejando sólo ruinas.

A principio de los años 1930, con la máxima bajante cíclica, una compañía construyó un majestuoso hotel sobre una de las seis islas naturales de la laguna (cubiertas desde 1980 por 2 m de agua) y lo comunicó con la costa mediante un espigón. La obra era la más importante dentro de una serie de construcciones que conformaban el balneario, único complejo turístico de la zona. Rápidamente la fama de Melincué y su laguna crecieron; eran años de bonanza y prosperidad, en los que llegaban turistas de todo el país. Fue, coincidentemente, en 1933 –año de inauguración del lujoso hotel– cuando la laguna dio su primer aviso. El aumento ese año del régimen pluvial provocó el desborde, y el agua ingresó al pueblo.


Ahora, debido a las obras hídricas efectuadas sobre la laguna por el gobierno provincial, y gracias a las inversiones concretadas en el Casino & Resort Melincué, la ciudad renueva las esperanzas de volver a ser un polo turístico progresista y codiciado. Desagote, limpieza y contención del nivel de la laguna; reacondicionamiento de las vías de acceso; construcción de un encantador hotel cuya vista recoge el curso de agua y los alrededores; fueron algunas de las tareas previas al relanzamiento de Melincué como destino.


Es que la Laguna de Melincué contiene en sus 12.000 hectáreas de extensión aguas de inimaginables propiedades curativas, y barros ideales para tratamientos faciales, de belleza y relajación muscular, que han llevado a la Cámara de Senadores de Santa Fe a declarar a la ciudad Capital del Turismo Termal.


Majestuoso espejo de agua de 12.000 hectáreas y entorno deslumbrante, la Laguna de Melincué y sus milagrosas cualidades curativas eran un atrayente para los viajeros ya en el Siglo XIX. Más aún en la actualidad, respaldada científicamente por la Sociedad Argentina de Estudios Termales, declarada Capital del Turismo Termal por la Cámara de Senadores de la provincia, y controlados sus ímpetus destructivos con adecuadas obras hídricas, Melincué vuelve a la vida más preparada que nunca.


Melincué tiende ante los visitantes su laguna natural de aguas y barros terapéuticos llevando al máximo la sensación de serenidad y placer. Aguas termales indicadas especialmente para el alivio de afecciones reumáticas; barros minerales ideales para tratamientos de belleza y relajación, constituyen su propuesta central sin agotar sus atractivos.


Spa Integral perfectamente acondicionado de modo de permitir al turista la desconexión con la rutina diaria; y áreas deportivas y náuticas para aquellos que prefieran incluir un poco de adrenalina en medio de tanta tranquilidad, hacen a la perfección total de la oferta saludable de Melincué.




Melincué Casino & Resort

En septiembre de 2007, queda oficialmente inaugurado el primer casino legalmente habilitado en la historia de la provincia de Santa Fe. El emprendimiento es copropiedad de la empresa argentina Boldt y la compañía catalana Inverama.

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